martes, 13 de abril de 2010

IKASTOLA San Miguel de Iurreta

IKASTOLA San Miguel de Iurreta. Principios de los años 90. Un niño espigado, de pelo alborotado, sobresale en el patio durante los partidos de fútbol. Destaca por su juego y por su entrega. También por la pasión que pone en cada jugada. Sólo hay un pero a su entusiasmo. Cuando el resultado no le es favorable se pelea con todo el mundo. Los profesores buscan una alternativa para tratar de canalizar ese ímpetu irrefrenable. ¿Qué actividad puede poner coto a esa rabia? Encuentran la respuesta en un tablero de 64 casillas blancas y negras. El niño es Fernando Amorebieta (Cantaura, Venezuela, 29-III-1985) que tendrá que aprender a asimilar las derrotas moviendo alfiles y reinas, ideando estrategias con los imprevisibles caballos, enrocándose, sacrificando peones… Hasta que el Athletic llamó a su puerta.
Catorce años después, Amorebieta reconoce que "lo que queda de aquel chaval que compaginaba fútbol y ajedrez son las ganas de ganar. Siempre tengo ganas de ganar. Nunca me gusta perder. Eso es lo principal que me queda de aquel entonces". Lo lleva en los genes. Y es que el ahora central del Athletic nació en Suramérica porque su padre fue puntista profesional en Miami y Orlando y se asentó en la localidad venezolana antes de regresar a sus raíces. Gen de deportista. Carácter ganador. Pese a ello, asegura que "mi primer año en alevines fue algo muy grande para mí. No me lo creía y menos con aquella edad. Para mí era como un sueño". Atrás quedaban las diferentes aperturas que ofertaba el ajedrez. Las casillas blanquinegras se habían convertido en césped verde.

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