jueves, 14 de enero de 2010

Formando campeones

Formando campeones de ajedrez

Javier Lizarzaburu

Lima

¿Cómo se hacen los campeones? El medio en el que Jorge y Deysi Cori nacieron no fue nada auspicioso a ojos de muchos. Pero esta es la historia de una familia que superó limitaciones y le dio a su país dos campeones mundiales de ajedrez. Aquí el padre de ellos cuenta cómo fue ese camino, desde los arenales de Villa El Salvador.

Familia Corsi

Cuando los hermanos no están de viaje, los Cori tratan de llevar una vida normal.



“Me llamo Jorge Luis Cori, tengo 38 años y mi esposa, Katty Sánchez, 37. Hasta el año pasado trabajaba como operario en una fábrica pero ahora me dedico a tiempo completo a mis dos hijos.
Vivimos en el Asiento Humano Lomas de Mamacona. Este arenal fue invadido hace unos 15 años y nosotros llegamos acá hace 11. La casa que ve ahora antes era toda de esteras, pero Cementos Lima, una empresa privada, nos regaló el módulo que ven, de cemento prefabricado.
De mis hijos Deysi fue la primera en ganar un campeonato, a los 9 años. Su primer mundial, en Grecia. Antes de eso, ni siquiera sabíamos de ajedrez. Esto es algo más de clase media y de colegios de clase media. Si tienes a tu hijo en un colegio estatal, nunca van a aprender a jugar ajedrez.
Todo empezó en la empresa en que yo trabajaba. Para Navidad todos los años hacían campeonatos. Fulbito, voleibol, etc. Yo participaba en todo y nunca ganaba nada. Pero un año incluyeron el ajedrez y dije ‘sí la hago’. Entonces me compré mi libro por 3 soles (un dólar) y aprendí a jugar.
En ese momento enseñé a mi hija para tener con quien jugar, aunque a ella no le gustaba mucho. Ese año competí y tampoco gané nada. Al siguiente año mi hijo mostró interés. Él tenía cinco años y a la semana que le enseñé ya me ganaba.
Yo pensé ‘tan malo soy que hasta mi hijo de 5 años me gana’, pero después le hice jugar con un compañero que sí sabía y le ganó. Y ahí fue que la gente empezó a decirme que tenía un hijo inteligente que había que apoyar.
Yo de joven me habían gustado mucho las matemáticas. Participé en campeonatos en Villa El Salvador, donde vivía, y gané. Quería ser ingeniero químico.
Cuando me preparaba para la universidad en una academia, tres alumnos fuimos seleccionados entre unos 3.000 para ser preparados de manera especial, porque decían que éramos los favoritos para ingresar con buen puntaje.
Yo pensé ‘tan malo soy que hasta mi hijo de 5 años me gana’, pero después le hice jugar con un compañero que sí sabía y le ganó. Y ahí fue que la gente empezó a decirme que tenía un hijo inteligente que había que apoyar.

Pero fue en ese momento que nació mi hija y dejé todo para dedicarme a ella y a mi familia. Tenía que trabajar más y asumí mi responsabilidad.
Al tener a nuestros hijos tampoco pensamos que esto iba a suceder. Yo tenía pensado que lo mínimo que puedo hacer es darles la universidad. No hacerlo es como preguntar si sus hijos necesitan ir al colegio o no. Los chicos necesitan tener todas sus oportunidades y luego ellos deciden qué hacer.
En casa somos una familia muy unida. Siempre tomamos todas las decisiones juntos. Y los dos chicos son comilones. A él le gusta el arroz chaufa y a ella el seco de pollo.
En noviembre el gobierno los premió con 100.000 soles (US$35.000) y ese dinero sólo lo vamos a usar para su preparación y sus viajes.
Nuestro sueño ahora, bueno, los dos ya son campeones mundiales en sus categorías. Mi hijo es Gran Maestro. El paso siguiente sería para Deysi ser campeona mundial de todas las categorías y para Jorge, ser jugador de élite, donde están los 10 mejores del mundo”.

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